viernes, 9 de julio de 2010

Vintage



"término tomado del inglés (a su vez del francés) para designar cualquier objeto antiguo, de diseño artístico y una factura de calidad."

Lo retro arrasa. Superados los 80 y 90, años en los que mirar para atrás parecía un sacrilegio y todas las tendencias estéticas apuntaban al futuro, y una vez alcanzada la quimera del año 2000 (con bastante decepción: proporcional a las esperanzas que la psicología colectiva parecía haber depositado en tan redonda cifra), parece que retomar referentes del pasado vuelve a cobrar prestigio.
La reedición del Mini, o del Fiat 500 son manifestaciones de una corriente que se inspira en tiempos ya lejanos. La moda de lo pasado llegó en primer lugar al diseño de ropa y complementos (mundo en el que por otro lado soy un profundo ignorante). En los últimos años hemos podido observar cómo el comercio de calles madrileñas como Piamonte, Belén, Argensola o La Palma recuperan o emulan, la estética de la época dorada de la artesanía, y no sólo en los artículos que venden, sino también en la configuración general de locales y expositores.
La carpintería, estucos, forja y vidriería del medio siglo que va de 1880 a 1930 -con su clímax en el modernismo y el art dèco- fueron abandonados hace décadas por sistemas constructivos mucho más rápidos y económicos tanto en materiales como, sobre todo, en mano de obra especializada. Y sin embargo hoy en día, rodeados del resultado de la fabricación industrializada -Normas Tecnológicas de la Edificación (1970´s-2000) y del CTE (2006)- aquellas décadas son reconocidos por cualquiera como el apogeo de la arquitectura residencial. 




¿Volverán algún día a construirse edificios como los de los barrios de Salamanca (M), La Recoleta-Retiro (BA), Paseo de Gracia (B) …por no hablar del VIII Distrito de París o el centro de Budapest?. Lo dudo, y ni siquiera lo considero deseable… podría caerse en un anacronismo absurdo, y en no pocas horteradas. No obstante sí me gustaría brindar un homenaje a todas las generaciones previas de arquitectos y artesanos que, con su buen oficio, nos legaron un patrimonio que contenía 10 veces más horas de diseño y 100 veces más horas de trabajo artesanal por m² que la arquitectura posterior.