lunes, 30 de junio de 2014

¿Es posible hablar de los BID sin prejuicios?

El comercio a pie de calle afronta antiguas y nuevas amenazas: entre las primeras destaca desde hace años la pugna con los centros comerciales, y entre las segundas cobra cada vez más fuerza la competencia de la venta on line.

A pesar de esto IBM en sus cinco predicciones para este lustro predijo que el comercio sobreviviría porque lograría con éxito ofrecer una experiencia más completa, gracias a diversos instrumentos. El conocimiento del cliente es uno de ellos, y la mejora de los entornos comerciales sin duda puede ser otro, siempre que se salvaguarde la esencia de cada uno, y no fenezcan aplastados por la apisonadora de la homogeneidad.

Los Business Improvement Districts (Áreas de Mejora Económica, Zona de Revitalización Económica/Comercial/Turística, o simplente BID) llegan a nuestro país provenientes del mundo anglosajón, es decir, aterrizan en la muy politizada España desde la faz liberal del orbe, con lo que ya tenemos a todos los agentes posicionados muy a favor o muy en contra de la idea según sea su color favorito bien el azul o bien el rojo. Yo, que no entiendo que el partidismo lo impregne todo en nuestro país, hasta el extremo de hablar de las facciones 'conservadora' y 'progresista' a la hora de, por ejemplo, elegir a un rector de universidad, o renovar el Consejo General del Poder Judicial, preferiría diseccionar el asunto sin apriorismos.


En primer lugar, ¿de qué hablamos?

Una Zona de Revitalización Comercial es un sector de la ciudad en el que una asamblea de representantes de comerciantes, residentes y propietarios asume complementar ciertas competencias previamente detentadas en exclusiva por la administración pública, pasando a ejercer labores como las siguientes:
  • Seguridad
  • Limpieza
  • Control del aparcamiento, algunos incluso asumen servicios de transporte mediante lanzaderas entre el distrito y los puntos neurálgicos de la ciudad.
  • Señalización e información al visitante.
  • Puntos de acceso wifi en zonas estanciales
  • Mejora del espacio público, actuaciones de remodelación/repavimentación.
  • Mantenimiento y mejora de la jardinería y del alumbrado.
  • Zonas de juegos infantiles
  • Decoración estacional (Navidades, festivales, periodos especiales)
  • Promoción, comunicación y marketing

Los costes en los que incurre el ente gestor del BID se sufragan vía tasa obligatoria (un comerciante que opere dentro del BID debe pagar este impuesto, que generalmente recaudará el propio ayuntamiento para cederlo posteriormente al BID). Hay municipios que derivan parte de sus presupuestos al BID sin aumentar la presión fiscal, pero lo más habitual es que no se produzca esta renuncia por parte de la administración, sino que la nueva tasa venga a incrementar lo que el comerciante ya paga en impuestos municipales (un incremento entre un 6% y un 10%), pues los servicios que presta el BID se superponen, no sustituyen, a los que sigue prestando el ayuntamiento (p. ej. seguridad). Según su tamaño y alcance existen BIDs con presupuestos anuales que van desde unos pocos miles de euros hasta decenas de millones.

Los hechos, tras 40 años de existencia de esta figura en Gran Bretaña y EEUU, son los siguientes:

1] Prosperidad, cara A: en los BID el dinero invertido generalmente retorna con creces gracias a una mayor afluencia de consumidores, por lo que hay una menor ratio de comercios cerrados (locales desocupados), el objetivo de dinamización económica se cumple.
2] Prosperidad, cara B: los precios inmobiliarios aumentan, desplazando a los negocios con menores  márgenes de rentabilidad y a los residentes de renta baja a otras zonas (efecto parejo de gentrificación).
3] Nuevas brechas: como consecuencia de lo anterior, el contraste entre el BID y otras zonas de la ciudad aumenta, produciéndose una segregación, una divergencia, tanto en términos de renta y desempleo, como en materia de seguridad o mantenimiento de espacios públicos, aspectos en los que el BID da la vuelta a su situación inicial, mientras que su entorno queda anclado en la situación de partida.
4] Percepción, riesgo de banalización: el esfuerzo de creación de una nueva identidad en la zona actuando sobre la escena urbana puede dar lugar a un resultado impostado, de atrezzo tipo Las Vegas, que puede funcionar para atraer compradores, pero que resta autenticidad a estos entornos si se lleva al extremo.
5] Reconversión del tejido comercial: la pérdida de diversidad comercial acarreada por el factor 2] es un potencial perjuicio para el residente.
6] Participación: la comunicación y coordinación entre agentes mejora gracias a la existencia de la asamblea o mesa de gobierno.
7] Descentralización: la gestión y la toma de decisiones se deja en manos de quienes están día a día sobre el terreno, si bien es cierto que éstos no son elegidos en un proceso en el que participa toda la ciudad.

En definitiva, esta nueva figura puede mejorar el atractivo y dinamismo comercial de muchas zonas, pero debe contener medidas y propuestas que protejan al tejido comercial tradicional, no deberían ser la llave para que quienes mejor se lo pueden permitir (grandes marcas y franquicias), tomen áreas enteras de la ciudad. No olvidemos que el comercio único, con décadas de existencia, y con carácter propio es en gran medida responsable de distinguir unas ciudades de otras, unos barrios de otros, los BID deberían apuntalarlo, no darle la puntilla.

Y por último, más que atrincherarnos en posiciones inamovibles con argumentos como "con tal de mejorar la economía todo vale", o "los BID suponen una privatización inaceptable del espacio público", demos una oportunidad a la idea y fiscalicémosla de manera serena en base a métricas objetivas, no solo económicas, también sociales, en cuanto tengamos resultados.

Referencias:
http://www.nycbidassociation.org/resources.html
http://contigly.com/blog/3-improvement-districts-that-are-raising-the-bar/
https://www.atcm.org/policy_practice/partnerships_dir/partnerships
http://www.pateco.org/publicaciones/listadoPublicaciones.php