viernes, 3 de febrero de 2023

¿Cómo se han de transformar los sectores de la construcción y de la edificación para paliar el cambio climático?

Escribir siempre me ha servido para estudiar de manera autodidacta; plasmar preguntas y darles 

respuesta escrita me obliga a limpiar y ordenar ideas que estaban ya en el fondo de ropa de mi 

armario mental, y además a bucear entre documentos sobre los que había oído hablar durante años, 

pero que no me había detenido a leer en detalle, y a resumirlos. 

En el artículo de hoy comienzo por cuestiones muy básicas, de marco general, para acabar llegando a 

lo más particular en relación con el sector de la construcción y las transformaciones que llegarán en 

breve.

 

¿Qué hacer ante el calentamiento global? 



La era de la energía barata y sucia que nos ha llevado a un progreso y bienestar inédito en la historia 

de la humanidad (aunque desigualmente repartido) llega a su fin. Nuestra generación y las futuras 

han de jugar dos bazas en paralelo que transformarán la sociedad industrial heredada:


Adaptarse a sus efectos: con medidas de resiliencia frente al calentamiento global 

en todos los ámbitos, agricultura, ganadería, ciudades (ejemplos sobre adaptación 

urbana aquí, aquí, o aquí), industria, etc.


Mitigar sus causas: mediante un conjunto de medidas complementarias entre sí de reducción 

efectiva de las emisiones presentes y futuras (y de las acumuladas en el pasado):

  • disminuyendo el consumo energético y material, reformando nuestro sistema 

    socioeconómico para reducir la demanda, lo que puede venir acompañado de tensiones

    sociales de resistencia al cambio 

  • modificando procesos de producción de bienes por otros menos contaminantes

    lo que requiere inversiones importantes en I+D (y, como siempre ocurre en innovación, 

    sin garantías de éxito)

  • acortando las cadenas de suministro, relocalizando la producción para reducir los

    impactos del transporte; todo un reto en un mundo globalizado en el que la

    interdependencia de las economías es enorme, tal y como se vio durante la crisis 

    sanitaria de 2020. 

  • cambiando el mix de generación energética por otro mucho más basado en

    energías renovables, procurando que esto no afecte negativamente a los ecosistemas 

    y a la biodiversidad, pues a la vez estas formas de generación no está exentas de impacto, 

    entre ellos el consumo de suelo, de materias primas, y la potencial afección a la

    biodiversidad

  • desplegando medidas de captura de gases de efecto invernadero 

    (compensación directa mediante la ejecución de negative emissions solutions)

  • contablemente -aplicando mecanismo de flexibilidad de 

    compensación indirecta- también se pueden adquirir bonos en los 

    mercados de CO2 a quienes no hayan consumido la cuota de emisiones que 

    les corresponde, o a quienes hayan implementado negative emissions solutions.  

    De ese modo se activa un flujo de dinero desde las actividades más 

    contaminantes hacia las actividades de mitigación de sus externalidades 


Tratados internacionales para la mitigación de las emisiones: 


La historia de la geopolítica, la diplomacia y el derecho internacional que ha llevado a los 

acuerdos globales de lucha contra el calentamiento global es azarosa.


El protocolo de Kioto fue suscrito en 1997 por un número limitado de países, y entró en vigor en 2005, 

con una duración prevista hasta 2020. Fueron llamativas las ausencias de estados tan importantes 

como Japón, Rusia, Canadá (que se desmarcó en 2011), pero, sobre todo, del segundo emisor de 

gases de efecto invernadero (GEI) mundial, EEUU (que se adhirió inicialmente bajo el mandato de Clinton, 

pero cuyo congreso no llegó a ratificarlo posteriormente bajo dominio republicano). 


Estas ausencias se mantuvieron en la enmienda de Doha de 2012, con entrada en vigor en 2020, pero,

aunque no se alcanzara un consenso internacional pleno, Kioto fue un hito importantísimo para fijar la 

arquitectura de los compromisos de reducción, y para articular los mercados de carbono

Todo ello mediante un sistema "cap and trade" en el que:

  • Se fijaba un techo global de emisiones máximas anuales (cap), que es el volumen total de 

    derechos de emisión que se ponen en "circulación", y se fijan también unos objetivos de reducción

    que irían reduciendo ese techo global progresivamente. 

  • Se permitía el intercambio de derechos de emisión (trade) para dar una alternativa de 

    compra de bonos a los agentes cuyo coste de reducción de emisiones es mayor, y ayudarles 

    durante su transición, en tanto activan medidas de mitigación.


Afortunadamente el acuerdo de París de 2015 sí alcanzó el grado de acuerdo global, con 192 firmantes,

incluídos los ausentes anteriormente en Kioto y Doha. En concreto, los mecanismos de compensación 

de emisiones se impulsaron por su artículo 6, que fija un marco voluntario en la cuantía de los 

compromisos de reducción. Por lo tanto, después de todo, no existe a nivel supranacional un marco

que obligue a los países a reducir o compensar sus emisiones de GEI: CO2, CH4, N2O, HFC, PFC, SF6,

o NF3


Sin embargo, estos compromisos y los mecanismos que impulsan su cumplimiento se han reflejado 

en las diferentes legislaciones nacionales, lo que, de facto, lleva a determinadas reducciones que sí 

son vinculantes para AAPP y empresas en cada jurisdicción. 


Marco legal de mitigación de las emisiones en la UE y en España:


En la UE, la Directiva 2003/87/CE regula el comercio de derechos de emisión de gases de efecto 

invernadero. En España, este mercado está regulado por la Ley 1/2005, de 9 de marzo, en la que 

se distinguen dos tipos de actividades: 


  1. Actividades sujetas al comercio de derechos de emisión: suponen el 39% de las 

    emisiones de CO2 en nuestro país, concentradas en unas 1.100 instalaciones. 

    Se trata de grandes focos de emisión de GEI en actividades tales como:

  • Refinerías

  • Producción y transformación de metales férreos

  • Cementeras

  • Producción de cal

  • Producción de vidrio

  • Producción de cerámica

  • Fábricas de pasta de papel y papel y cartón

  • Generación de electricidad, donde se delimita el ámbito de aplicación a las

     instalaciones con una potencia térmica nominal de más de 20 MW

    incluidas las de cogeneración de electricidad y calor ligadas a cualquier tipo de actividad


El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 prevé una reducción 

de las emisiones de estas actividades del 61% en 2030 con respecto a las de 2005.  


Para controlarlo, las obligaciones para estas instalaciones sujetas a comercio de derechos 

de emisión son: 

  • Obtener una autorización administrativa de emisión de gases de efecto invernadero, 

    esta es la principal diferencia con los sectores difusos

  • Solicitar la asignación de derechos de emisión

  • Notificar recurrentemente sus emisiones

  • Emitir informes de nivel de actividad

  • Emitir informes de mejora


  1. Actividades no sujetas al comercio de derechos de emisión, o sectores difusos

    que suponen el 61% de las emisiones de CO2 en España. Los sectores que engloba son:


No deja de ser llamativo que hasta ahora ámbitos generadores de emisiones tan cuantiosas como 

el transporte (43% de las emisiones GEI en España), o el de la climatización de edificios (14%)

hayan quedado fuera de una participación obligatoria en los mercados de bonos de CO2. 

Sin embargo esto va a cambiar en 2027, año a partir del cual se gravará con una tasa de hasta 

45€/TonCO2 emitida por esos usosPor el momento, algunas empresas del sector difuso optan

 por participar en el mercado de compensación de manera voluntaria, repercutiendo a menudo 

esta compensación al cliente final.

 


No obstante, que una actividad se haya clasificado hasta ahora dentro de los sectores difusos no 

significa que no existan compromisos nacionales de reducción de sus emisiones. En concreto,

para los sectores difusos el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 

prevé una reducción de las emisiones de estas actividades del 39% en 2030 con respecto a

las de 2005.


La principal dificultad estriba por un lado en la monitorización de estos avances -ya que no se

fiscalizan una a una las actividades, y lo que no se mide no se puede controlar-  y, por

 otro lado, en el planteamiento de incentivos adecuados para que se produzcan las 

reducciones objetivo, que siempre son de dos tipos, zanahoria y palo: es decir, 

incentivos positivos (ej. subvenciones) o imperativos (ej. normativa de cumplimiento de 

estándares constructivos, limitaciones a la actividad de inmuebles o automóviles poco eficientes)


Así, a raíz de la reciente Ley 7/2021 de Cambio Climático y Transición Energética, pasará a ser 

de carácter obligatorio para un buen número de empresas del sector difuso

calcular y publicar su huella de carbono, y establecer un plan de reducción de emisiones de 

gases de efecto invernadero. Esta medición y el registro de sus emisiones entiendo que 

son pasos previos para una futura obligación de participar también en los mercados de derechos 

de emisiones, cuyo techo (cap) será cada vez menor, como herramienta fundamental para cumplir

con los planes de la Unión Europea: 

  1. El Objetivo 55 en 2030 (reducción del 55% respecto a los niveles de emisión de 1990,

    habiéndose alcanzado en 2020 un 33% de reducción respecto a aquel año, aunque 

    el dato de 2020 está distorsionado por los efectos del confinamiento)

  2. La neutralidad climática en 2050.


¿Qué implicaciones tiene todo ello para el sector de la construcción y la 

edificación? 


Los estándares (ej. GHG Protocol Corporate Accounting and Reporting Standard

distingue tres tipos de alcances a la hora de medir la huella de CO2 de una empresa. 

Podemos aterrizarlo sobre el ejemplo de una constructora:  


  • Alcance 1: emisiones directas de GEI. Por ejemplo, emisiones provenientes de la combustión

    en elementos (edificios, instalaciones, vehículos o maquinaria) que son propiedad de o están 

    controladas por la empresa en cuestión: climatización de sus oficinas por gas, combustible 

    utilizado por la maquinaria y los vehículos que son propiedad de la empresa, etc. 

    También incluye las emisiones fugitivas (p.ej. fugas de aire acondicionado)


  • Alcance 2: emisiones indirectas de GEI asociadas a la generación de energía eléctrica 

    o térmica adquirida y consumida por la organización, que es ante todo función del 

    mix de generación contratado por la empresa (y que supone sin duda un incentivo para instalar 

    energías renovables en los centros de producción, para disminuir esta cuenta), o del tipo de 

    energía primaria utilizado por las redes de climatización de distrito a las que estén conectadas 

    las instalaciones de la empresa (ejemplo, la de Districlima en BCN 22@).


  • Alcance 3: otras emisiones indirectas. Asociadas a la utilización de productos o servicios

ofrecidos por otros. Por ejemplo, las emisiones GEI implícitas en la extracción y producción de

materiales de construcción que adquiere y utiliza la empresa, el transporte de materias primas

y otras actividades logísticas que se externalizan, o los viajes de trabajo a través de medios 

externos. 


Fuente: protocolo GHG

 

Al agregar emisiones a nivel sectorial o nacional hay que hacerlo mediante el sumatorio de alcances 1

para evitar una doble contabilidad: la electricidad consumida por una empresa será alcance 2, 

y para su proveedor de electricidad alcance 1 (más las pérdidas en transformación y transporte,

que se imputan al proveedor). Otro ejemplo: el CO2 embebido en un material será alcance 3 para

la empresa “cliente”, mientras que para la empresa proveedora de dicho bien será alcance 1.

 

Sin duda las consultoras cuyo foco sea hacer un diagnóstico basado en datos de la actividad de 

una empresa -manejando herramientas como One Click LCA- seguido de propuestas de mejora para 

la disminución de la huella de carbono, van a tener un gran futuro por delante. 

Aunque hay que destacar también que la huella ecológica de una empresa no se limita a la emisión de

GEI, existen otras muchas dimensiones que medir: huella hídrica, consumo de suelo, impacto en la 

biodiversidad, impacto social, etc. Es el caso de Hands on Impact, de Zubi Group.  


Sin embargo, siguiendo con el ejemplo del sector de la edificación u obra civil, habrá un impacto 

asociado a la fase de construcción de la obra achacable a la promotora y a la constructora, 

pero un segundo impacto durante la fase de operación o explotación del edificio o infraestructura 

no imputable a las empresas que lo erigieron, sino a sus propietarios o usuarios finales. 


En este sentido, para llegar a un análisis completo de ciclo de vida de un edificio (ACV) cabe 

distinguir entre las siguientes etapas, reflejadas en estándares como la norma UNE-EN 15804 

sobre sostenibilidad en la construcción:


  • Etapa de producto: energía embebida en los materiales de construcción en función de 

    su naturaleza, y acreditada mediante declaraciones ambientales de producto (alcance 3 para

     una constructora, y también alcance 3 para una promotora)

  • Etapa de proceso de construcción: energía y emisiones asociadas al transporte y puesta 

    en obra (alcance 1 para la constructora, si lo ha hecho con medios propios, o alcance 3 si ha 

    subcontratado la ejecución; para la promotora sería en todo caso alcance 3)

  • Etapa de uso del edificio: no imputable a la constructora, pero sí a la promotora si mantiene 

    el edificio en propiedad y en explotación (por ejemplo, en alquiler). Además, si bien la fase de 

    diseño y construcción es puntual (de 18 a 24 meses por regla general), la de operaciones de 

    un edificio en explotación se prolonga décadas. Es por esto que la mayoría de estándares 

    oficiales (códigos técnicos de cada país) y sellos de certificación de primera generación 

    (Passivhaus, LEED, primeras versiones de BREEAM, etc.) se focalizaban únicamente en 

    esta fase, obviando los impactos de producto y de proceso, e impidiendo llegar así a tener 

    una visión completa o análisis de ciclo de vida integral.  


Pronto el sector de la construcción va a ser afectado por la la nueva obligación recogida en este

borrador directiva del parlamento europeo y del consejo relativa a la eficiencia energética de los edificios

que en su artículo 7 establece lo siguiente: 


“El potencial de calentamiento global (PCG) a lo largo del ciclo de vida de los

edificios nuevos deberá calcularse a partir de 2030 de conformidad con el

marco Level(s), para informar así sobre las emisiones a lo largo del ciclo de

vida completo de las nuevas construcciones. Las emisiones del ciclo de vida

completo son especialmente importantes para los edificios grandes, por lo que

la obligación de calcular esas emisiones se aplica a los edificios grandes (con

una superficie útil superior a 2000 metros cuadrados) ya a partir de 2027


Se sobreentiende que esta responsabilidad recaerá sobre el promotor, aunque tanto los estudios de 

arquitectura a los que se les encomiende el proyecto, como las constructoras que lo ejecuten, 

deberán proveer las mediciones necesarias para realizar dicho cálculo de ACV incluyendo las 

etapas de producto y de proceso de construcción, que además las certificaciones de última generación

como VERDE y DGNB, o las últimas versiones de BREEAM, también exigen 

(incluyendo además muchos otros aspectos de medición más allá de las cuestiones metabólicas

del edificio).


Por tanto, la obra nueva va a estar sometida a unas exigencias cada vez mayores en materia 

medioambiental tanto en el diseño y construcción de nuevos proyectos, como en su fase de 

operaciones. 


Son tres los vectores que favorecerán este cambio: la reacción del usuario final, la normativa sobre 

calidades constructivas, y los mecanismos de financiación:




Respecto al usuario final, es importante señalar que el mercado inmobiliario está distorsionado en tanto

en cuanto valora ante todo ubicación de un inmueble y superficie pero no descuenta en la medida en 

la que debería la depreciación de una vivienda en función de su eficiencia energética. Esto sin duda

puede cambiar ante precios de la energía mucho mayores que en el pasado. 

Con una visión a largo plazo es importante asumir un sobrecoste inicial que se recupera en base 

a ahorros a lo largo de la vida útil de un inmueble: 


Fuente: elaboración propia

 

Las empresas que hoy apuestan por esta nueva forma de crear edificios residenciales innovadores 

antes de que las exigencias de reducción de impacto ambiental sean obligatorias están acumulando 

conocimiento y contarán con una ventaja competitiva cuando entren en vigor las nuevas reglamentaciones. 

Hay ejemplos de esta vanguardia tanto desde el ámbito de los estudios de arquitectura, como desde el 

lado promotor -Zubi Cities, Distrito Natural, Vía Ágora, etc.- como desde el sector de la 

construcción -con Woodea, 011H o Lignum Tech como ejemplos de apuesta por materiales de huella 

negativa de carbono como la madera- y todos ellos se han avanzado para jugar bajo las reglas que 

pronto serán un nuevo estándar, como el marco Level(s) de la UE.


Por otro lado, surgen herramientas particularizadas para hacer un análisis de ciclo de vida de un 

proyecto de edificación, como son Ecómetro o TCQ de ITeC

    


Pero hablemos del elefante en la habitación…


El sector de la construcción&edificación es responsable del 37 % de las emisiones GEI a nivel global:


 *indirect emissions from buildings are associated with fuels used for electricity generation

 

Fuente: UN & IEA 2021 Global Status Report for Buildings and Construction


En España, con una curva de crecimiento demográfico plana, la demanda de vivienda se basa 

en la creación de nuevos hogares por reducción del número medio de personas por hogar:


  Fuente: INE


Por otro lado, el peso de la obra nueva respecto al parque edificado es pequeño, 

se construyen ⋍100.000 viv nuevas/año sobre un parque de 25 millones de viviendas existentes.

Además, la calidad constructiva heredada es baja:

  • 14 millones de viviendas -el 60% del parque edificado- son anteriores a la NBE-CT-79, 

    la primera norma sobre condiciones térmicas que estableció unas mínimas condiciones de 

    aislamiento (en 1979, tras las crisis del petróleo de los años 70)

  • 22 millones de viviendas -el 92% del parque edificado- son anteriores al CTE de 2006

    (consecuencia de la Directiva 2002/91/CE relativa a la eficiencia energética de los edificios)

  • Aunque no se llegue a tener que intervenir sobre los millones de viviendas vacías que hay en 

    el país (muchas de ellas resultado de la gran emigración del campo a la ciudad de la segunda 

    mitad del siglo XX), la necesidad de mejora del parque existente es ingente.  


 


Fuente: Banco de España, pues el último censo de viviendas del INE es aún de 2011


En definitiva: que las nuevas viviendas se vayan a hacer mejor apenas influirá sobre el impacto 

global del sector en materia de GEI. 


La gran apuesta ha de ser la rehabilitación, el gobierno lo tiene claro y plasma sus planes al respecto

en la Estrategia a largo plazo para la Rehabilitación Energética en el Sector de la Edificación en España 

(ERESEE, ediciones 2014, 2017 y 2020). 


Además, existen fondos como el del eje 2 del Plan de Recuperación, Transformación y

Resiliencia, que  dota de 3.420 M€ para el objetivo de rehabilitación. Sin embargo, hay que decir que 

esta cuantía es tan solo una parte mínima de la inversión pendiente que los propietarios de vivienda 

deberán acometer en conjunto.


El problema es que las empresas expertas en el sector residencial -tanto promotoras como constructoras-

han tenido siempre el foco puesto en la obra nueva, pues su complejidad es menor que la de los 

proyectos de rehabilitación, en la que se deben coordinar los deseos y capacidades de una comunidad

de vecinos, gestionar ayudas, pensar en realojos (ya sean provisionales, o permutas definitivas), etc. 


Por otro lado, las rehabilitaciones se han llevado a cabo en el pasado en gran medida a título particular,

vivienda a vivienda. Sin embargo las grandes mejoras en eficiencia se dan cuando se interviene sobre 

un edificio completo: 


  • Se dan economías de escala asociadas a la centralización de instalaciones vs instalaciones

    individuales

  • La cubierta es de propiedad comunitaria: todo tipo de instalaciones que se pongan en cubierta

    (fotovoltáica, termosolar, etc.) necesitan aprobación de la comunidad de vecinos, lo que pierde 

    sentido si el planteamiento es individual

  • Se mantiene la armonía estética y uniformidad de un edificio (lamentablemente, la escena urbana

    que tenemos heredada en España es a menudo de parches, el resultado de intervenciones

    individuales)

  • La intervención en envolvente y cubierta es fundamental para conseguir ahorros energéticos




Para ayudar a reducir esta complejidad se creó en 2021 la figura del Agente Rehabilitador, con las 

siguientes competencias: 

 

Conclusiones en el caso de España


Tras lo expuesto, solo falta que, de verdad, el sector privado movilice sus capacidades hacia este

nicho de mercado que, por otro lado, ya es mayor que el de la obra nueva. Promotoras como Vía Ágora 

empiezan a crear filiales para orientarse a este mercado.


Fuente: observatorio de vivienda y suelo, 2021



Salvo casos contados, nuestras ciudades no necesitan expandirse consumiendo más suelo, 

lo que hace falta es regenerar la ciudad existente, en mucho casos ganando nueva edificabilidad 

por redensificación, a la vez que se reverdecen los espacios públicos como medida de adaptación 

al calentamiento global, en detrimento del excesivo espacio dedicado hoy al automóvil privado; 

pero la movilidad es otro capítulo aparte que merecería un artículo monográfico. 


Cierro esta reflexión haciendo mención al excelente marco de trabajo que es la Agenda Urbana 

Española, cuyo segundo objetivo estratégico incide precisamente en la regeneración urbana. 

 

Grupos temáticos 

 

Llama la atención que esté sirviendo como guía para los gobiernos locales, pero no para el sector

privado, que en gran medida desconoce este marco de prioridades.


Post Data: artículo escrito sin hacer uso de chat GPT o cualquier otro asistente virtual, pero con el

feedback de Pedro Olazábal, siempre interesante :-)