lunes, 26 de octubre de 2015

¿Existe la ciudad de tamaño ideal?


www.urbanobservatory.org

Esta entrada surge de la pregunta que lanzaba Esteban Moro recientemente en una conversación informal, pero seguro que también responde a las inquietudes que cada uno de nosotros hemos tenido al plantearnos si vivimos en el lugar idóneo.

Ya adelanto que no existe una respuesta universal: quizá el tamaño ideal de una ciudad pueda ser calculado como un problema de máximos y mínimos, viendo qué valores hacen que la primera derivada de la función que describe un modelo urbano sea 0 y que la segunda derivada sea positiva... esto será válido para determinar la dimensión perfecta desde el punto de vista del metabolismo urbano, y por ejemplo Geoffrey West ya ha llegado a determinar qué variables son sublineales al tamaño (generalmente positivas, pues por densidad y por economía de escala la energía demandada, la superficie de viario, o el agua consumida crecen por debajo de lo que crece el tamaño de una población, mientras que otras variables negativas, como la criminalidad o la contaminación, son superlineales y crecen en mayor proporción cuando sube el número de habitantes)

Sin embargo, como opción individual, el tamaño ideal de una ciudad depende de las necesidades de cada uno. Como dice Richard Florida, esta es una de las tres grandes decisiones de la vida: dónde vivir, qué hacer y con quién hacerlo. Por tanto, hay casi tantas respuesta a la pregunta planteada por Esteban como individuos (o como tipologías sociales, si nos animamos a hacer una segmentación en este sentido).

Lo acertado que resulta para ti el lugar en el que vives depende de cómo se adapta éste a tus necesidades, de qué servicios ofrece (básicos, avanzados), de cómo tú  valores estos servicios, y de cuál sea su coste, su contraparte, pues todos disponemos de un presupuesto temporal que debemos aprovechar del mejor modo posible (8 horas trabajando y 8 horas durmiendo nos dejan solo 8 horas para todo lo demás).

Vamos a hablar de la importancia de la escala demográfica, pero vamos a hacerlo desde el marco Europeo, o al menos "occidental", es decir: hace falta un mínimo nivel de desarrollo y un contexto de libertad para que las condiciones de las que hablamos se den. Las megalópolis de Yakarta, El Cairo, Lagos o Cantón no superan en métricas de innovación a Boston, Ámsterdam o Estocolmo, aunque multipliquen por diez su población. Dicho esto, recorramos las distintas escalas con sus ventajas e inconvenientes:

Siempre cuento que pasé de los 10 a los 18 años en Teruel -30.000 habitantes- y que para aquella edad resultó una ciudad fantástica, hablemos de las ciudades pequeñas:

-La recorres de punta a punta caminando en menos de 1h, y en bici sales a la naturaleza en 10 minutos: pinares hacia el este, y la vega del Turia hacia el sur.
-Conservatorio y Escuela de idiomas.
-2 Cines
-Una zona de marcha con unos 30 garitos distintos
-Un hospital (que no llegué a necesitar, pero oye, quién sabe)
-Una oferta universitaria muy limitada, que hace que la gente a los 18 tienda a ir a estudiar a Zaragoza o Valencia.

Por supuesto que hay amigos que se han quedado allí, y que disfrutarán de todas las ventajas de Teruel en la edad adulta, y de un coste de la vida que es solo una fracción del que encontramos en ciudades mayores... esto supone una gran calidad de vida, si tienes empleo, porque... ay, las oportunidades laborales para las profesiones no ubicuas están en ciudades mayores.

Las ciudades intermedias, digamos, entre 100.000 y 500.000 habitantes suman a las anteriores otras ventajas:

-Mayor oferta educativa universitaria
-Mayor diversidad comercial
-Mayor oferta de ocio, pero no necesariamente mejor en calidad (es decir, escala en la misma línea que las anteriores: más cines, más restaurantes, más equipamientos deportivos, no vas a poder hacer cosas muy diferentes, pero puedes escaparte a una gran ciudad de vez en cuando)
-El anonimato (¡ojo! lo que para unos es una ventaja, para otros es motivo de desasosiego... eso de ir por la calle sin encontrarte con nadie...)
-La masa crítica, útil para todo: desde ampliar amistades o emparejarse, hasta encontrar gente afín con la que montar un negocio.

El siguiente rango, el de las ciudades grandes, por encima de los 500.000 habitantes, aglutinan una actividad cultural mayor, (teatros, conferencias, congresos), y una riqueza de servicios (ciertos comercios y bares de nicho, por ejemplo especializados en un tipo de música concreta, o en un tipo de productos (sean comestibles asiáticos, cómics, librerías de viejo, o tiendas de robótica) que difícilmente se encuentran en las de menor tamaño. Estas ciudades además cuentan generalmente con infraestructuras de transporte muy capaces: metro, aeropuertos internacionales... algo muy cómodo si eres viajero por ocio o por trabajo

Por último, las grandes metrópolis -algunas de las cuales alcanza en status de ciudades globales, término acuñado por Saskia Sassen- y de las que en España solo tenemos Madrid y Barcelona. Bullen: son capaces de atraer y retener a las clases creativas, leitmotiv del libro de Richard Florida (tildado por algunos de clasista, pero que encierra sólidos argumentos, creo que vale la pena leerlo). Él hace énfasis en el peso relativo que tiene por ejemplo la población gay en esta clase innovadora (hasta ha elaborado un índice que considera esta componente). Y ahora voy a lo que voy, por qué estoy feliz en Madrid, donde he elegido vivir:

-Es sede de 2.800 fundaciones (sobre unas 9.000 en el país), pero no es una cuestión meramente cuantitativa, sino de relevancia, la actividad cultural y de mecenazgo de las principales: F. Telefónica, F. BBVA, F. Mapfre, F. Juan March, o F. Rafael del Pino, hacen que cada uno de los 365 días del año haya una exposición o una conferencia interesante a la que acudir al salir de trabajo, ¡si tienes tiempo para ello!
-Los Museos de primer orden -que no voy a enumerar por ser de sobra conocidos- las galerías de arte o fotografía, y los centros polivalentes como Medialab Prado o La Casa Encendida, suman también una oferta riquísima, a veces muy especializada, como por ejemplo las ya célebres databeers... Y la gente, esa diversidad, lo bueno es que aquí, como dicen los castizos, "hay gente pá tó", y esto sí, es una cuestión de escala, la mínima necesaria para organizar un encuentro en torno a casi cualquier interés.
-Los grandes centros de música clásica: Auditorio Nacional, Teatro Real
-Los grandes centros deportivos.
-La seguridad que da el poder contar con centros públicos y privados de excelencia en educación y salud
-La oferta laboral de su tejido empresarial, y el hecho de contar con sedes de grandes corporaciones nacionales y con delegaciones de las extranjeras, o de concentrar la mayor parte de sectores menores en volumen, pero de gran repercusión, como el de la producción audiovisual o los grandes medios de comunicación.

¿Compensa todo ello los problemas de movilidad, la contaminación, el precio de la vivienda? Todo depende de cómo te lo montes, de cuáles sean tus intereses. Si, por ejemplo, eres maestro de primaria (profesión ubícua, que se puede desempeñar en cualquier lugar por un salario más o menos homogéneo), vives a una hora y media del colegio en el que trabajas, y esto no te deja tiempo ni ganas para aprovechar todo lo que una gran ciudad te da, porque tu ocio se limita a acudir al cine una vez al mes, quedar con los amigos a cenar, y hacer excursiones por el campo o escapadas a la playa, estás sufriendo los inconvenientes de Madrid sin disfrutar de las ventajas. Por el contrario, si has elegido en esta vida ser periodista y aspiras a trabajar en televisión, o ser bailarín del Ballet Nacional, o físico nuclear, desde luego Soria no es tu sitio. 

¿Romperá el teletrabajo esta realidad, podrá la tecnología tumbar estas barreras como ha tumbado otras? yo creo que vamos en camino, pero todavía mantener una reunión en remoto o escuchar una conferencia en streaming sigue siendo incómodo... tiempo al tiempo.






domingo, 8 de febrero de 2015

Los colegios de la Segunda República

Se ha escrito y debatido muchísimo sobre las iniciativas en materia de educación llevadas a cabo durante la breve pero intensa etapa de la Segunda República Española, ante todo en el primer periodo 1931-33 previo a la victoria electoral de la CEDA, que en 1934-36 fue contraria al impulso laicizante heredero de la línea marcada por la Institución Libre de Enseñanza durante el primer bienio progresista. Consolidar un sistema educativo público, aconfesional y ecuánime para niñas y niños sin distinción de clase social, que crease una igualdad de oportunidades efectiva y nos acercase a Europa, fue una de las prioridades de aquel primer gobierno. Sin embargo se ha hablado menos sobre el esfuerzo inversor -en un momento marcado por la crisis económica posterior al crash del 29- que aquella aspiración requería para crear la infraestructura que la hiciera posible, y que nos dejó un patrimonio edificado con unas características muy reconocibles: gran distancia entre forjados, cubiertas inclinadas y aleros, dinteles en arco... justo en una década en la que el racionalismo estaba terminando con el estilo regionalista. Son los colegios de la república.

Colegio Amador de los Ríos.
Colegio Giner de los Ríos (posteriormente Andrés Manjón)


CEIP Jaime Vera  (no confundir con el IES Jaime Vera, también en Tetuán), del arquitecto Antonio Flórez, pero perteneciente al Plan de 1922   

Pongamos en contexto mediante grandes cifras la decisión de realizar estas inversiones:

  • Tasa de analfabetismo: 29% en 1930 (20% en hombres y 37% en Mujeres). Se daba además una gran diferencia entre las regiones rurales (Castilla-La Mancha 40%, Murcia 48%) y las más urbanas (Madrid 10%, Cataluña 16%) 
  • Variación del producto interior bruto: -3,87% de 1929 a 1930, -2,68% de 1930 a 1931
  • Peso del presupuesto de las administraciones públicas en relación al PIB, en 1930: Gran Bretaña 49%, Alemania 42%, Francia 35%, España 10% 


  • Siendo justos hay que reconocer que ya en 1920 -es decir, antes de la dictadura de Primo de Rivera- se había constituido la Oficina Técnica de Construcciones Escolares del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, cuyo objetivo era proyectar equipamientos escolares acordes con los parámetros dictados por la corriente arquitectónica del higienismo, y que elaboró el también ambicioso Plan de construcciones escolares de 1922. Estas nuevas instalaciones eran sufragadas al 50% por el Ministerio y el correspondiente Ayuntamiento en cada caso. Una figura imprescindible en esta historia es la del arquitecto Antonio Flórez Urdapilleta, autor de gran parte de los proyectos acometidos en el citado bienio, así como -muy previamente, en 1913- de los pabellones de la eminente residencia de estudiantes en la que coincidieron en los años 20 los miembros de la "orden de Toledo": Buñuel, Lorca y Dalí entre ellos. 

    Haciendo un poco de cronología, vemos lo acelerado del proyecto de dotación de infraestructuras educativas en los dos primeros años de la República: 
    • Octubre de 1931: a los 6 meses de la proclamación del nuevo régimen se aprueba un plan quinquenal que prevé, a nivel nacional, la apertura de 27.000 escuelas (7.000 el primer año, y 5.000 cada uno de los cuatro siguientes). Si bien este ambicioso plan se ejecutó tan solo al 44% de su alcance inicialmente previsto, esto fue suficiente para dejar una huella que aún pervive en muchos casos.
    • Volviendo a la capital de la república, la primera fase se ejecutó de forma urgente, dando lugar a tres oleadas de inauguraciones de complejos de grandes magnitudes, con un presupuesto medio de 1.000.000 de pesetas (la herramienta del INE no permite actualizar importes previos a 1954, así que he hecho el ejercicio de tratar de actualizar esta cantidad vía dólares, conocido el cambio de 1931 -de 9,70 pts/$- pero la cifra obtenida de 1,5 millones de dólares no es reflejo del peso relativo de este importe en relación con el PIB de aquel año). En mi opinión el presupuesto de ejecución de estos edificios de unos 5.000 m²c deberia rondar hoy los 5 millones de euros, pero el peso de esta inversión sobre el magro presupuesto de las administraciones públicas de la época debió ser mucho mayor de lo que implica una simple actualización del PEC por superficie construida. 
      • Cinco colegios inaugurados el 11 de febrero 1933
        • 1.1] Blasco Ibáñez (hoy desaparecido)
        • 1.2] Tomás Bretón (desaparecido)
        • 1.3] Pablo Iglesias (en la plaza de Barceló, hoy CEIP Isabel la Católica)
        • 1.4] Lope de Rueda (hoy CEIP Ntra. Sra. de la Almudena)
        • 1.5] Rosario de Acuña (hoy Centro Cultural S. José de Calasanz).  
      • Siete colegios inaugurados el 14 de abril de 1933: (sin duda una fecha elegida por su efecto propagandístico)
        • 2.1] Amador de los Ríos (mantiene su nombre)
        • 2.2] Marcelo Usera (mantiene su nombre)
        • 2.3] Francisco Giner (hoy centro UNED Andrés Manjón), el que me ha movido a escribir esta entrada, por hallarse en mi barrio y por haber trabajado en él durante mi época de estudiante los últimos cursos que permaneció abierto como colegio, hasta quedarse sin alumnos por envejecimiento del barrio. 
        • 2.4] Claudio Moyano (mantiene su nombre)
        • 2.5] Joaquín Sorolla (hoy CEIP Rufino Blanco)
        • 2.6] Joaquín Dicenta (mantiene su nombre)
        • 2.7 Tirso de Molina (hoy CEIP Ermita del Santo).
      • Seis colegios inaugurados el 6 de noviembre de 1933: 
        • 3.1] Alcalá Zamora (hoy CEIP José Calvo Sotelo)
        • 3.2] Miguel de Unamuno (hoy CEIP Miguel de Unamuno)
        • 3.3] Leopoldo Alas (mantiene su nombre)
        • 3.4] Nicolás Salmerón (mantiene su nombre)
        • 3.5] Emilio Castelar (hoy IES Jaime Vera)
        • 3.6] Alfredo Calderón (hoy CEIP Padre Poveda).
    Quería haber ubicado sobre un mapa de 1929 estos 18 colegios, y compartir más fotografías recogidas en los paseos por la ciudad, pero me están fallando las herramientas, y tampoco me sobra el tiempo, quizá otro día. 



    Lo que seguro dejo para otro artículo es el ponerme esta vez un poco monárquico y hablar del impulso financiero que dio Alfonso XIII con parte de su propio patrimonio a dos proyectos cruciales para esta ciudad: el Metro de Madrid y la Ciudad Universitaria (en alianza con el otro gran mecenas de este segundo proyecto: Gregorio del Amo).