lunes, 12 de noviembre de 2012

Densidades



He estado estos días recopilando información sobre diferentes densidades en los asentamientos urbanos. He encontrado extremos aberrantes, como el del enclave Chino de Kowloon, rodeado del territorio británico de Hong Kong, rodeado a su vez de territorio Chino, como en un macabro juego de muñecas rusas,  (1.900.000 habitantes /km²), y demolido cuando China recuperó el territorio circundante. Me ha sorprendido mucho también la elevadísima densidad de ciertos slums de Bangladesh, la India o África alguna de hasta 200.000 hab/km², o de las favelas de Brasil, en torno a 80.000 hab/km², casi increíble teniendo en cuenta que rara vez superan las 3-4 alturas. Entiendo que la alcanzan mediante un hacinamiento que hace descender la ratio m²c/habitante hasta los niveles de un grandísimo piso-patera, al tiempo que la superficie de espacio libre necesario para encajar unos mínimos caminos baja del 10% respecto al área total, con la consiguiente congestión permanente (en nuestros nuevos desarrollos esta ratio sube en ocasiones hasta el 50% como suma de viario y zonas verdes, lo cual es también desequilibrado, pues se crean espacios urbanos vacíos de contenido, y tiende a aumentar la superficie urbanizada innecesariamente).






En todo caso estas altísimas densidades no son la regla en todos los asentamientos informales, en muchos de los de Sudáfrica (Khayelitsha), México o Haití (Cité Soleil) encontramos presiones mucho menores, del orden de 11.000 hab/km² a 7.000 hab/km².





Yéndonos al otro extremo, resultan igualmente espeluznantes las bajas densidades de muchos suburbios norteamericanos, que hacen insostenible el suministro de servicios urbanos, e inviable un adecuado sistema de transporte público, o una recogida eficiente de residuos.

Para evitar que estos modelos tan desequilibrados se repliquen, desde instituciones como UN-Hábitat se lucha porque el crecimiento futuro se lleve a cabo de una manera ordenada y planificada, ante las expectativas de crecimiento demográfico y migratorio que he citado.


En el corto plazo Naciones Unidas pronostica que el número de grandes conurbaciones con más de 10 millones de habitantes pase de 23 a 37, y no sólo aumentará su número, sino también su tamaño medio.

Antes de proponer medidas basadas en la implantación de sistemas tecnológicos que requieran una considerable inversión inicial, tratemos de explotar al máximo las posibilidades de mejora en la gestión de os ciclos urbanos en base a las herramientas que ya tenemos hoy en día. El tratamiento de la información que ya está siendo generada es una de estas herramientas, que encierra múltiples oportunidades.


En el medio plazo la población urbana se duplicará, pasando en poco más de una generación de los 3.500 millones de personas actuales (50% del total) a casi  7.000 millones (75% del total). Son magnitudes difícilmente asimilables.

Me gusta ilustrar siempre las grandes cifras con ejemplos que nos permitan hacernos una buena idea de lo que encierran; en este caso imaginemos concentrada a la población urbana, esos 3.500 millones de personas, en una única ciudad con la densidad de Manhattan o Benidorm. Vemos que esta única megaciudad ocuparía en la actualidad algo menos que la superficie de Andalucía, y aunque duplicase su superficie en 2050 seguiría suponiendo un bajo porcentaje de la superficie total disponible.

Si por otro lado hacemos este ejercicio tomando una densidad menor, como la de Buenos Aires, tendríamos que esta única megaciudad abarcaría hoy la mitad de la península Ibérica, y prácticamente la colmataría en 2050.



Pero para saber cuánto ocupan realmente nuestras ciudades hemos de pasar de las hipótesis a la realidad, tarea nada sencilla, dada la disparidad de cifras entre las diversas fuentes de información que han abordado esta cuestión.

Según recogía la ONU en uno de sus últimos informes sobre la población mundial, actualmente se encontrarían urbanizados unos 3,5 millones de km², un 2,8% de los 129 millones de km² de tierra emergida, (descontadas Groenlandia y la Antártida), y, descontando ese 50% de la humanidad que vive en el medio rural, la densidad media real de las ciudades en el mundo sería en consecuencia en torno a unos 1.000 habitantes/km², correspondiente a un tipo de urbanización muy dispersa y derrochadora de suelo, bastante inferior a la de las urbes compactas que hemos utilizado como ejemplo.

Si en 2050 esta cifra se duplicara de acuerdo a este patrón, se encontrará urbanizada una superficie equivalente a la de Australia.
 



He de decir que me sorprendió el citado 2,8% señalado por Naciones Unidas, por elevado, de tal modo que traté de contrastarlo, encontrado otros estudios que mediante fotografía aérea estiman la superficie urbanizada actual en el 0,51% del total, lo cual situaría la densidad media urbana en 5.000 hab/km², algo más acorde con la concepción que podemos tener todos del término “ciudad”.

Por último un tercer estudio, esta vez de la FAO, arroja una cifra intermedia: según el siguiente desglose los asentamientos humanos ciudades ocuparían en la actualidad una superficie de un millón y medio de km², equivalente a la de países como Mongolia o Irán, el 1,17% de la tierra.




Evidentemente estos parámetros globales tienen una gran variabilidad geográfica, en función de lo urbanizado que esté un territorio. Aquí se puede ver cómo España pasó de tener un 3,70% de superficie "artificial" (ciudades+infraestructuras) en el año 2000, a tener un 4,18% en 2006.

En cualquier caso, el impacto de las ciudades no se limita a la mera ocupación de suelo, ¿qué ocurre cuando una persona emigra del campo a la ciudad?
1.-en primer lugar pasa generalmente de tener cierta autosuficiencia alimentaria a ser un ciudadano dependiente, cuyos bienes más básicos: agua, alimentos, energía, han de ser generados lejos y transportados hasta él.
2.-en segundo lugar sus estándares de consumo se incrementan, pues además de ver crecer normalmente su prosperidad económica, pasa a ser usuario de unas infraestructuras comunes que de por sí precisan elevados insumos. Vemos así como hay una desproporción desfavorable entre el peso demográfico de las ciudades, y su participación en los consumos globales (al igual que la hay, en sentido favorable esta vez, en su contribución al PIB de cualquier nación).





Es bien conocida la cuantificación de la huella global de la humanidad, de 1,6 planetas. Esto significa que nuestro sistema no colapsa únicamente porque, una vez consumidos los recursos que el planeta regenera cada año, recurrimos al stock acumulado en los millones de años pasados: la energía no renovable, ciertos minerales escasos, o el “agua fósil” extraída de acuíferos a grandes profundidades, sobreexplotándolos más allá de su nivel de reposición, son buenos ejemplos de cómo año a año reducimos paulatinamente nuestros capital de materias primas. 

En definitiva, aunque no creo que haya nadie que aún lo dude: una población creciente frente a unos recursos finitos debe dirigir todos sus esfuerzos a  incrementar su eficiencia para ser viable. De cómo lograrlo tratará la Smart City World Expo 2012 de Barcelona a la que asistiremos.