sábado, 2 de junio de 2012

Innovación

He sido siempre admirador de los grandes consorcios industriales, diversificados y longevos (o quiza, por diversificados, longevos): Mitshubishi, uno de los motores de la era Meiji, que tras 150 años en funcionamiento es capaz de fabricar tanto equipos de ingeniería nuclear, como la tuneladora de mayor diámetro del mundo, empleada en la M-30; General Electric, continuadora de la labor iniciada por Edison, o Siemens, investigando e inventando desde siglo XIX, hasta hoy, a lo largo de una prolongada carrera que comienza antes incluso de la exposición universal de Berlín de 1879, donde presentó el primer tren eléctrico, y que sigue en vanguardia hoy en día explorando las posibilidades englobadas bajo el concepto abierto de Smart Cities.



Reconozco que admiraba a estas empresas también en parte por idear, construir y vender bienes físicos... ya que a los ingenieros siempre nos ha tirado mucho el "hardware": el acero, lo tangible... la base dura de la exportación. (Atención: sector secundario en España=15% del PIB, Alemania=37% ¿quién está a punto de intervenir a quién?)

Fue más adelante, al empezar a trabajar en el sector de la consultoría-un servicio al fin y al cabo- cuando comencé a valorar más que antes el mérito de aquellas otras empresas que no producen ni venden nada físico más allá de los kg de papel que contienen sus proyectos, análisis e informes (hoy ni siquiera recogidos sobre una base material, sino electrónica, tan etérea como las ideas que generan y comercializan).

Las ideas y los servicios son un producto tan importante o más como los equipos ensamblados en grandes factorías (y cuyos prototipos surgieron de un proceso creativo similar), de hecho no son pocas las empresas -como IBM- que abandonaron hce ya tiempo su rama de producción física para pasar a vender ideas, a asesorar.

Y llego finalmente al nexo de unión de ambas actividades: el verdadero valor añadido lo genera siempre la innovación, es la clave del éxito en industria y servicios. La constante investigación y sus resultados constituyen el factor común del éxito y de la longevidad de las compañías. En el momento en que aportas soluciones a problemas existentes, en que respondes satisfactoriamente a una necesidad, o la creas con el objeto de contribuir con un nuevo y enriquecedor producto o servicio a mejorar la vida de los ciudadanos, ya sea éste un nuevo dispositivo electrónico, o una mejora en la asesoría medioambiental a los gobiernos, por poner un ejemplo de producto "físico" y otro de servicio "inmaterial", el éxito está garantizado. 

Como decía alguien... "lo que hace falta para que este país pueda salir de la crisis es montar una serie de garajes como aquellos en los que nacieron Apple, Google o Hewlett Packard". 

Afortunadamente, empresas tan potentes como BBVA se han planteado ya montar ese tipo de "garajes"