El título de esta entrada es un homenaje al pensamiento de Francesco Tonucci alrededor de la deriva urbanística que ha devenido en unos entornos urbanos hostiles a la infancia, que deberíamos revertir.
En la infancia se tiene otra percepción distinta del mundo: el tiempo parece infinito, está ralentizado porque todo llama la atención, hay muchas más novedades en el día. Cuando ya de mayores viajamos suele ocurrir de nuevo esto: una semana parece un mes, porque la mente ha salido del circuito de la rutina, y vuelve a estar atenta al entorno. Tratar de mantener la mirada del niño sería bueno para todos nosotros, eliminaríamos los filtros que criban la información que nos llega a la parte consciente de nuestra mente, y así nos asaltarían preguntas que no nos hacemos: ¿por qué lleva ese solar de al lado de casa tantos años sin ningún uso? ¿a quién pertenecerá?, y, si su dueño no lo edifica, ¿no podría recuperarlo el ayuntamiento y ajardinarlo?...en el barrio casi no hay parques; (en este punto cabría darle una charla al niño curioso sobre propiedad privada y calificación del suelo, esas cosas de mayores que a veces van tan en contra del sentido común).
Seguridad, diseño, accesibilidad, contenido y uso del espacio público... del urbanismo dependen todos estos factores interrelacionados. Si fuésemos tan sabios como los pequeños, insisto, nos preguntaríamos también porqué las ciudades no están hechas para poder ir a cualquier lugar andando. Teo -el protagonista de las lecturas pedagógicas de los 80- lo hace: él vive en esa ciudad ideal tan segura como para poder jugar en la calle, y en la que el trabajo de sus padres, el cole, las tiendas y el parque están a pocos minutos caminando desde su casa. "Vive en un tejido urbano mixto, diverso, equilibrado", diría un mayor, en esa misma jerga en la que le podríamos explicar a quien lo pregunte que muchos barrios nuevos no tienen jardines próximos a las viviendas porque "al computar ya como zona verde el perímetro que separa al barrio de las autopistas que lo rodean, se cumplen los estándares del reglamento, y no hace falta insertar zonas ajardinadas a costa de parcelas edificables". Incomprensible pirueta numérica, (y trístemente real).