domingo, 27 de marzo de 2022

Sobre triángulos, vértices y etapas profesionales.

   
Si te quieres sentir mayor, piensa que esta portada de Pink Floyd ha cumplido 49 años
 

Comencé a trabajar en 2002 en Arnáiz Consultores, en la redacción de proyectos de urbanización. Eran años de tanto crecimiento (de pies de barro) y en los que había tanto trabajo, que rápidamente incluso un perfil junior como yo recibía responsabilidad: a las pocas semanas de incorporarme empecé también a visitar obras como representante de la Dirección Facultativa, para controlar que aquellas se ejecutaban conforme a proyecto. Ese vértice supuso mi primera experiencia en el triángulo que forman el promotor, el proyectista y la constructora.  

Al poco tiempo quise conocer otro de esos vértices, el de la constructora, y cambié a FCC. Allí conocí a magníficos jefes de obra, gente que, si el país sufriera una invasión como la que está padeciendo Ucrania, podría constituir la espina dorsal de la defensa, pues son insuperables coordinando equipos, recursos y plazos en entornos complejos. Echaba sin embargo de menos la redacción de proyectos, de modo que crucé de nuevo el espejo para unirme al equipo de AUIA-Arquitectos, Urbanistas e Ingenieros Asociados, en el que pasé unos años de los que guardo muy buen recuerdo. Tras ello tuve la oportunidad de incorporarme al equipo de Smart Cities de BBVA en su Centro de Innovación, y vivir todo lo que a esto siguió: la oportunidad de contribuir al viaje desde la periferia hasta el centro de la organización que hicimos aquel grupo de personas, buscando las aplicaciones que podrían tener los datos y la inteligencia artificial para una compañía con más de cien mil empleados y 80 millones de clientes. 

Cuando en verano del año pasado quise retomar la senda del urbanismo y la sostenibilidad no imaginaba que -transcurridos unos meses, y en la fase de arranque de nuevos proyectos- iba a recibir la llamada de una empresa tan atractiva como Zubi Labs. Al incorporarme a su rama de desarrollo inmobiliario cierro de algún modo aquel triángulo cuyos vértices comencé a recorrer hace 20 años, esta vez del lado del promotor, sin duda el más influyente de los 3 vértices, pero también el rol de impulsor de proyectos de innovación, muchos de los cuales tienen en la tecnología su elemento clave.

Muchas cosas han cambiado en este tiempo, por ejemplo hay fómulas -como el paradigma IPD, Integrated Project Delivery- que ya no persiguen el éxito del proyecto mediante la oposición de estos tres vértices, sino que buscan incentivos comunes y alineados para garantizar el éxito de un desarrollo, que en todo caso depende tambíen de un cuarto elemento clave: la administración. Pero la novedad que más me ilusiona es el genuino foco en la sostenibilidad que he encontrado en esta nueva empresa, guiada por la visión de su fundador, y que se sintetiza -casualidades- también en un triángulo: el que conforman la sostenibilidad social, la medioambiental, y la económica. 


Creo que esta va a ser otra interesantísima etapa en esta carrera de la vida (por cierto, bonita la traducción del latín, curriculum vitae), en la que junto al estupendo equipo que acabo de conocer, trataremos de aportar respuestas a los retos que nuestras ciudades afrontan.